El semáforo humano en Lorica - Córdoba

 

Cuando se recorre la Colombia profunda se entiende por qué para los europeos las historias de García Márquez parecían su invención, por eso le llamaron "realismo mágico", término que se aplica perfectamente cuando se llega al puente La Doctrina sobre el río Sinú en el departamento de Córdoba en la ruta al caribe.

Los vehículos se detienen ante un puente de un solo carril que conecta a Santa Cruz de Lorica con los municipios de San Bernardo del Viento y Moñitos, esta ruta lleva del Urabá con la Troncal del Caribe título que se le da a una carretera en pésimas condiciones, el motivo para detenerse es un aviso que llama la atención para los visitantes: "SEMÁFORO HUMANO".

Este semáforo funciona con dos banderas, una roja y otra verde que manejan algunos nativos en la parte superior del puente, estas personas viven en el sector y les toca el turno una vez cada 400 días lo que les permite recaudar unos $30 dólares, lo que es una gran cantidad para una población de escasos recursos.

Lo curioso no es solo el puente, es que se hizo con el presupuesto que había, inteligentemente o mejor por necesidad, decidieron construir un solo carril para que no quedara a medias.

Este es Macondo en mi recorrido por el país.

    

Hermógenes Maza y la narrativa oficial - Mompox

 

   Ahora que se habla de las noticias falsas en las redes sociales y se presenta como algo nuevo, eso es de por si falso, ya que desde que existe el poder existen las noticias falsas, incluso lo plantea Maquiavelo.

   En mi paso hacia el caribe Colombiano suelo hacer el recorrido por los Santanderes, Bolívar, Magdalena y Sucre, y uno de mis sitios preferidos es la colonial Santa Cruz de Mompox, un municipio que se quedó detenido en la historia, puerto obligado en el Magdalena Medio y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

   En su museo cementerio yace uno de nuestros héroes de la Patria, el General Hermógenes Maza, un Santafereño que 55 años después muere en esta ciudad, pobre, olvidado y alcoholizado, prócer gracias a su papel en la independencia, donde encontró que su rol era acabar con los españoles y lo hizo al pie de la letra.

   Denominado por el Libertador Simón Bolívar como el "Ángel Exterminador de las huestes españolas" y conocido por las tropas como "El Vengador de la Patria", fue un asesino serial conocido por el ejercito español como el "Carnicero".

   Para la historia y gracias a la narrativa oficial pasó a ser un hombre probo, como diría hoy día un expresidente acusado también de genocidio, y en muchas plazas está su estatua para borrar con la historia lo que hizo con las armas.

   Cuando Pablo Escobar es visto en algunas regiones como un salvador se entiende que este tipo de personajes siempre existieron, al fin y al cabo Bolívar era un vulgar guerrillero que logró vencer al ejército más fuerte del mundo en ese momento.

   Maza se fue de este mundo cual genio y figura: "Ahí les dejo su mundo de mierda", fueron sus palabras para la posteridad.

Con los pies en el territorio (sin ser demagogo)

   Estudié sociología con la intención de tener una actividad para cuando me retirara de mi profesión de farmacéutico la cual ejercí durante 30 años. Mientras otros se dedican a seguir trabajando para pagar sus deudas o para seguirse enriqueciendo, yo decidí dedicar mi vida a ejercer una profesión de servicio a la comunidad lejos del modelo económico, a mi estilo y con el ánimo de tener muchas historias para compartir con mis hijos, nietos y amigos.

   El primer paso fue dejar la vida de ejecutivo para multinacionales farmacéuticas y buscar un lugar tranquilo cerca al mar donde construir mi rancho de paja, el lugar que escogí fue San Bernardo del Viento, en el Caribe Cordobes del Macondo Colombiano, un lugar al que llegué porque su nombre me parece poético, lo había leido en la "Mala hora" de García Márquez y había escuchado en muchas ocasiones del periodista y escritor Juan Gossaín.

   Esta historia nace el 6 de noviembre de 2007 cuando en un amanecer en las playas de Coveñas me encuentro con un vendedor informal que me cuenta que vive a unos kilómetros en una casa nativa frente al mar, que sus hijos son pescadores y que vive feliz, en ese momento pensé todo lo que debía estudiar y emprender para vivir unos pocos días al año en un sitio que él disfrutaba a diario y con mucho menos de lo que yo me ganaba en un mes. Ese día llamé a mi esposa y le dije que quería morir en un sitio así.

   La sociología vino después, cuando pensé que en mi retiro debía dedicarme a algo que no fuera solo trabajar por un salario o mantener una empresa, preparé a mis hijos para el relevo generacional y me embarqué en un tema que siempre me causó inquietud: la sociedad.

   Aquí comienza este recorrido por el Macondo Colombiano que compartiré con mis amigos y que dejaré en documentos para las próximas generaciones.

Te invito a seguirme en www.tinyurl.com/sociologoenlavia